Hemos vivido las dos peores
sesiones de los últimos años en la mayoría de índices bursátiles. A nuestro
entender, son cuatro los motivos que, unido a la menor liquidez del mes de
agosto, han acelerado las caídas y generado pánico vendedor que pudimos ver en
la sesión del viernes y lunes pasado.
1-
Datos débiles de
la economía China con caída de exportaciones, desplome del PMI manufacturas,
que podrían poner en entredicho la recuperación económica global.
2-
Miedos a la
deflación. La devaluación del Yuan perjudica a las economías exportadoras (DAX
ha caido cómo emergentes) y abarata las importaciones por lo que genera control
de precios para las economías desarrolladas.
3-
Incertidumbre
política en Grecia por la dimisión de Tsipras y adelanto de elecciones.
4-
Incertidumbre
sobre cuándo y a qué velocidad subirá los tipos la Reserva Federal.
Entendemos que el mercado se
ha puesto a descontar todos estos peligros a la vez, de ahí las fortísimas
correcciones. Pero si nos detenemos en ver cuáles son los riesgos reales, el
primer riesgo que es el de una desaceleración global sí que afectará a todos
los mercados, aunque no va a derivar en un periodo de recesión. Con las
materias primas en mínimos históricos y el dólar haciendo techo respecto a las
principales monedas, no veremos deflación sostenida sino que continuaremos
prolongando el actual periodo de baja inflación con un crecimiento menor del
que se esperaba hace unos meses. Las nuevas elecciones en Grecia tampoco
deberían cambiar el panorama a largo plazo ya que el mercado hace tiempo que
tiene descontado que Grecia no podrá pagar todo lo que debe, gobierne quien
gobierne y la posibilidad de que Grecia salga del Euro hace meses que están ya
en las ecuaciones de los miembros del mercado. Con la rebaja de expectativas de
inflación actual consideramos muy improbable que la FED suba tipos y esperará
acontecimientos para subirlos en octubre o diciembre según la evolución macro.
Así pues entendemos que tras
la tormenta desatada estos días, debería volver la calma en cuanto se reduzca
la volatilidad actual y los inversores adaptarán sus carteras al nuevo entorno
de menor crecimiento e inflación controlada. Una volatilidad que se ha
disparado a máximos. El índice VIX que mide la volatilidad implícita del
S&P500 llegó ayer a niveles sólo superados en los últimos 20 años en el
momento de la quiebra de Lehman.
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