«Es la economía, estúpido». James Carville acuñó para la historia la frase que marcó la campaña de las elecciones de Estados Unidos en 1992. El estratega que encumbró a Bill Clinton a la Casa Blanca resumió en cuatro palabras la principal preocupación de cualquier ciudadano. Si la economía funciona, se genera empleo. El trabajo implica consumo. El gasto crea beneficios empresariales. Y la riqueza fomenta la ocupación. Un círculo virtuoso, en suma, que debería constituir el eje de todas las políticas sociales. Porque no hay nada más social que las familias dispongan de sus propios recursos para desarrollar sus proyectos vitales.
Ayer el mercado tardó menos de una hora en darse cuenta de una cosa. Es verdad que la sorpresa de Trump elegido presidente de Estados Unidos genera muchísima incertidumbre sobre qué acarreará sus políticas sociales y el incremento del gasto público. No sabemos si el futuro de Estados Unidos con Trump será el que pronosticaron los Simpsons en el año 2000, en el que Lisa, de mayor, tuvo que ocupar el despacho oval para salvarla del desastre económico que provocó Trump como presidente.
Pero lo que sí sabemos es que a corto plazo esta inyección de dinero en infraestructuras y rebaja de impuestos que promete Trump es una manera directa de mejorar el consumo y, sobre todo, la confianza de los consumidores americanos que siguen siendo el principal componente de su PIB.
Evidentemente, llama poderosamente la atención que los índices americanos acabasen la sesión en máximos del día y con ganancias superiores al 1%. En el gráfico del futuro del S&P500 vemos que se está produciendo una respuesta similar al Brexit y en un sólo día hemos pasado de luchar por no perder la base del canal bajista a superar este canal claramente.
Los principales índices subieron entre un 1% y un 1,5% pero es que el índice Russell 2000, indicador de las compañías más pequeñas subió más de un 3%. En principio, estas compañías serían las más beneficiadas de la bajada del impuesto de sociedades y del proteccionismo que persigue el nuevo presidente de Estados Unidos.
Pero sin duda, el movimiento más destacado de ayer fue el que se produjo en los bonos del tesoro. Aunque la reacción inicial a la noticia fue de compras fuertes (bajada de la rentabilidad) acto seguido los bonos se dieron la vuelta y la TIR del 10 años de EE.UU. subió 35 p.b. hasta situarse sobre el 2% por primera vez desde enero de este año. Esta subida de TIR supuso una caída del 3% en el precio del bono desde máximos a mínimos de la sesión, tal y como se aprecia en el gráfico.
El movimiento de subida de rentabilidad se produjo en todos los tramos de la curva, pero fue más acusado en los bonos de más duración. En definitiva, aumentó considerablemente la pendiente de la curva de tipos tanto de bonos del tesoro americano como en los alemanes. Un proceso que comenzó este verano y ayer se consolidó aún más. En el siguiente gráfico podemos ver el diferencial de rentabilidad entre el bono a 30 años y el 2 años tanto de Estados Unidos (línea blanca) como de Alemania (línea amarilla).
Ya hemos comentado en varias ocasiones en las claves que una pendiente positiva genera apetito por el riesgo y cuando la curva se aplana, se produce el efecto contrario. ¿Quién va a asumir riesgo de invertir a 30 años cuando los bonos a 2 años te dan la misma rentabilidad? En el siguiente gráfico vemos que el diferencial de rentabilidad entre el 2 y 30 años de Estados Unidos estaba corrigiendo fuertemente en los dos últimos años. Este verano se había alcanzado el nivel de 150 p.b., muy lejos de ser una pendiente plana, pero la vuelta que se está produciendo es positiva para la renta variable en general. En el gráfico he señalado cómo las dos veces que la pendiente ha sido plana (línea blanca) o incluso negativa (pagar más rentabilidad por bonos a corto plazo que a largo) el S&P500 (línea amarilla) ha marcado un clarísimo techo de mercado.
Precisamente hoy vemos que es el sector bancario (junto a recursos Básicos, construcción y materiales y sector industrial) el que más sube en la sesión europea. Son los sectores más ligados al ciclo lo que evidencia una apuesta porque las medidas de Trump evitarán la desaceleración económica que parte del mercado estaba descontando para el próximo ejercicio. Ya habían comenzado indicios de una recuperación económica y sobre todo, mejoran las expectativas de inflación. Sobre todo por el repunte de los precios del petróleo.
Y estos síntomas se pueden consolidar por el incremento del gasto público de Estados Unidos. Pero el mercado va más allá. Ya muchos analistas están contemplando que Europa debe dejar de presionar tanto a los estados con la austeridad si no quiere que siga creciendo el populismo en los países miembros. Tanto el FMI como el BCE llevan tiempo diciendo que para que de verdad se reactive la economía, los estados deben acometer políticas fiscales. El mercado ya está descontando que esto se realizará, bien sea por los gobiernos actuales o bien sea por los nuevos gobiernos que tomarán el relevo de los actuales si no se ponen ya a trabajar.
La rentabilidad del bono alemán a 10 años ha comenzado a rebotar y cada vez hay más expectativas de que continúe esta tendencia. Tipos en positivo, aunque sean bajos, es buen síntoma para los bancos. En el siguiente gráfico puedes ver la extraordinaria correlación que hay entre la evolución del sectorial bancario y la Tir del Bono alemán a 10 años. Si el bono (escala derecha) alcanzara niveles próximos a las expectativas de inflación a 10 años (actual en 0.52%), aún le quedaría bastante recorrido a los bancos (si continúa evidentemente la correlación actual).
Por tanto, tal y como comentábamos en la sesión del martes, es muy fácil perderse los rebotes del mercado. Si los datos macro y micros son buenos o mejores de lo esperado, siempre hay que mantener riesgos en cartera. Si esperamos a que se aclaren todas las incertidumbres para entrar en el mercado, está claro y demostrado por lo visto en este año, que siempre llegaremos tarde.
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