Pero
este índice nos muestra que efectivamente hemos ganado competitividad frente a
los países desarrollado (aproximadamente un 20% frente a Estados Unidos y algo
más de un 10% frente a Reino Unido y Japón), pero la situación es totalmente
opuesta si lo comparamos con los países emergentes, sobre todo con los
productores de materias primas. En los gráficos de hoy vamos a analizar la
revalorización del euro y del dólar frente a las monedas de los principales
productores mundiales de energía y materias primas.
Frente
al Real brasileño ocurre algo similar. El dólar se ha revalorizado un 98% y el
euro un 61%.
Frente
al Rand sudafricano también ha habido fuertes revalorizaciones. Un 90% del
dólar y 55% del euro.
Incluso
ha habido fuertes revalorizaciones frente a países no emergentes pero muy
dependientes de la evolución de las materias primas. El euro se ha revalorizado
un 31% frente a la corono noruega y el dólar un 61%.
Y
frente al dólar australiano el euro se ha revalorizado un 22% y el dólar un
51%.
Y es
que estos países productores han entrado en un círculo vicioso del que es
complicado salir. Son muy dependientes del precio de las materias primas, y la
debilidad de las mismas está provocando rebajas de previsión de crecimiento y
devaluaciones de sus divisas. Pero esta devaluación lo que provoca es que a
estos países cada vez le resulte más caro importar productos extranjeros y cómo
no tienen industrias auxiliares (salvo Noruega y Australia), en un mundo cada
vez más globalizado están condenados a consumir solo productos de su país o
tener importantes tasas inflacionistas, lo que genera más debilidad de su
moneda.
Y
para las empresas exportadoras europeas y de Estados Unidos esta fuerte subida
del euro y dólar respecto a estas monedas provoca un deterioro muy importante
de los beneficios provenientes de estos países. Además, los costes cada vez más
bajos de las materias primas y la debilidad de las monedas emergentes es un
factor deflacionista clave. Mientras las materias primas sigan cayendo, estas
divisas no podrán cambiar la tendencia y no aumentarán las expectativas de
inflación en los desarrollados. Y la presión deflacionista genera recorrido en
los bonos, lo cual es malo para los índices de renta variable.
Así
pues, por mucho que insistamos en que la caída de los precios del petróleo y de
las materias primas es bueno para la mayoría de compañías de países desarrollados,
tenemos un problema si la caída se sigue profundizando y afecta a las
sostenibilidad de los países productores de las mismas.
El
mercado por tanto entendemos que no está valorando los beneficios de la caída
de las materias primas para la renta variable general y sí está teniendo en
cuenta todos los riesgos posibles (como suele ser habitual). Y estos riesgos
pasan por posibles impagos de deuda de algún país productor hasta un escenario
deflacionista en los países desarrollados. Si pensamos que ninguno de estos
escenarios se va a producir en los próximos meses, debemos ver las correcciones
como una oportunidad de compra. Pero si la debilidad de las materias primas se
mantiene y la FED insiste en que este año habrá nuevas subidas de los tipos de
interés (generando más fortaleza del dólar) entonces habrá que aumentar la
precaución e ir dando algo más de probabilidad a los escenarios pesimistas.
De
momento, tal y cómo comentamos la semana pasada, los índices principales se han
frenado en los soportes claves que comentábamos que no deberían perderse en
cierre semanal. Ayer mismo vimos cómo las caídas de nuevo superiores al 6% de
las bolsas chinas ya no afectó a las bolsas europeas y de Estados Unidos e
incluso la fuerte nueva caída de los precios del petróleo de ayer se saldó con
un cierre plano de Estados Unidos. Así pues, los alcistas de largo plazo parece
que están tomando posiciones pensando que las correcciones están terminando.
Hoy
por ejemplo tenemos al Eurostoxx subiendo casi un 2% tras llegar a la zona de
mínimos de 2014 y 2015.
Así
cómo al DAX rebotando con fuerza en cuanto se ha acercado a la directriz
alcista iniciada en 2011
Por
tanto todo tiene un precio, y aunque hoy veamos que no hay argumentos para
pensar que el petróleo en particular o el resto de materias primas en general
no pueden cambiar la tendencia bajista actual, debemos recordar el conflicto
entre Irán y Arabia Saudí, así como la tensión el Siria. Años atrás cada vez
que había cualquier revuelta en esta zona que engloba un alto porcentaje de la
producción de petróleo, este subía con fuerza.
Lo
que sí que tenemos claro es que con la mayoría de índices en soporte de largo
plazo, cómo vimos el viernes pasado, no se debe vender. Los más arriesgados
deben aprovechar el pánico incluso para comprar.
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