En las primeras
jornadas de este año insistía en la importancia de que el
precio del petróleo hiciera suelo e intentase formar
un rebote. Las expectativas a la baja de inflación tanto en Europa como en
Estados Unidos, hacen que los inversores busquen refugio en los bonos, e
incluso los más pesimistas piensen que la deflación se instalará en Europa
igual que lo hizo en Japón en los 80. Sin embargo, desde el viernes pasado, el
precio del petróleo está dando claros síntomas de querer hacer ese suelo. Ya
comentábamos que si todos los analistas (o la mayoría) pensaba que el barril
llegaría a 40$ o incluso más abajo, era el primer síntoma de que el suelo
estaría cerca.
Pues bien,
desde los mínimos del jueves pasado, el West Texas sube un 17%, y hoy cotiza
por encima del soporte perdido de 50 dólares el barril.
¿El motivo? A
priori, el mismo que el que ha motivado la bajada. El precio del petróleo se
rige por expectativas de oferta y demanda. Con la OPEP diciendo que no iba a
bajar la producción y Estados Unidos pasando de importador a exportador de este
activo, unido a la menor demanda por el menor crecimiento global, está
claro que el precio se veía presionado a la baja. Sin embargo, tras la
presentación de resultados de la semana pasada de importantes compañías del
sector, queda patente que aunque la demanda no vaya a crecer, la oferta sí que
disminuirá. Casi todas las compañías petrolíferas han comunicado que a estos
precios ya están cerrando instalaciones, congelando proyectos, despidiendo
empleados. Incluso las pequeñas compañías, están pasando por problemas
financieros (o al menos así lo descuenta el mercado), y puede que dentro de
unos meses haya menos compañías en este sector, sobre todo si el precio del
petróleo continuase a la baja.
Por tanto, es
evidente, que se empiece a descontar que fuera de la OPEP, habrá recortes de
producción, y esto equilibrará oferta y demanda. Es más, aunque no soy experto
en el sector, entiendo que las grandes compañías del sector, reducirán la
producción en los pozos menos rentables y harán acopio de reservas allá donde
el precio esté más barato (cualquier inversor puede a través del mercado de
futuros, comprar un barco cargado de esta materia prima). En definitiva, no
parece que el escenario más probable sea el que veamos el precio del petróleo
en niveles por debajo de 40 dólares (o al menos durante un tiempo). Está claro
que la estrategia de la OPEP era luchar por la nueva industria más tecnológica
del Fracking de Estados Unidos, y parece que lo están consiguiendo.
Pero lo que
importa es que este rebote del petróleo hace que aumenten las expectativas de
inflación. Tanto en Europa como en Estados Unidos. En el gráfico de las
expectativas de inflación europeas se aprecia claramente el rebote, sobre todo
en los plazos más cortos. Y sobre todo, llama la atención la divergencia de
estos días entre la evolución del bono a 10 años alemán (sigue bajando las
tires, línea azul) y las expectativas a cinco años (línea verde)
Lo mismo ocurre
con las expectativas de inflación en Estados Unidos.
Y si las
expectativas de inflación aumentan, le quitan atractivo a los bonos y esto es
bueno para la renta variable. De ahí que desde principios de año insistamos que
es necesario que el precio del petróleo y de las materias primas reboten o al
menos se estabilicen para que la renta variable pueda continuar al alza. El
índice genérico de materias primas está muy sobrevendido y cotizando en niveles
claros de soporte. No digo que tenga que rebotar, pero a estos precios la
lógica nos hace pensar que es más fácil ver un rebote que nuevas caídas.
Si al rebote
del petróleo, unimos el hecho de que el ministro de finanzas griego ha
comunicado que es posible que haya acuerdo con los socios europeos para pagar o
refinanciar su deuda, pues tenemos las bases para pensar que la renta variable,
sobre todo la europea, pueda continuar la tendencia de inicio de año.
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