Desde
el verano pasado estamos insistiendo en el hecho de que para obtener más
rentabilidad obligatoriamente
hay que asumir más riesgo. Y en renta fija el mayor riesgo que han asumido
los inversores ha sido sobre todo en aumentar los plazos, porque mayores plazos
ofrecían mayores rentabilidades, sin caer en la idea de que el precio de los
bonos con duraciones superiores a 12-15 años tienen una volatilidad igual o
superior a la de un índice de renta variable global.
Para
hacernos una idea de la volatilidad de un bono, basta con ver la evolución del
bono del estado alemán cupón 2.5% con vencimiento en agosto de 2046. El precio
del bono ha subido desde el 3 de junio del año pasado nada menos que un 23%,
pero es que desde esa fecha hasta los máximos del año la subida fue nada menos
que del 52.88%. Y desde los máximos de abril de este año, en poco más de un mes
el precio del bono ha caído nada menos que un 19.4%.
La
volatilidad es tremenda, bastante más alta que la del propio índice de bolsa
alemana Dax 30. Evidentemente cuando hemos avisado de la volatilidad de los
precios del bono estos meses atrás era más difícil entenderlo porque el único
movimiento del precio era de subida y nadie podía pensar que se podrían dar la
vuelta tan rápido, sobre todo porque el BCE había anunciado el QE europeo. Pero
ahora que el precio cae, sí que es más fácil comprender la ecuación. Ahora es
fácil entender que no tenía sentido comprar a mediados de abril un bono alemán
a 30 años para obtener una rentabilidad de sólo el 0.50%. Desde principios de
año hemos insistido que no tienen sentido las compras de bonos a largo plazo
salvo que pensemos que Europa va a entrar en una grave recesión acompañada de
deflación.
En
el siguiente gráfico de la evolución de la tir del bono alemán se aprecia que
el repunte de menos de un 1% de rentabilidad a vencimiento se ha traducido en caídas
del precio del bono del 20%. Es ahí donde radica el peligro de un bono a largo
plazo. Ahora los inversores que compraron el bono a 30 años están obligados a
realizar unas minusvalías del 20% (a cambio de ganar sólo un 0.5% por año) o
mantener su inversión hasta el verano del año 2046. Sinceramente así visto, a
30 años vista, parece que tiene más sentido apostar por renta variable o una
cartera diversificada con distintos tipos de activos (mixtos, renta variable,
renta fija, retorno absoluto, inmobiliario, materias primas, etc…)
La
opción que sí que hemos defendido para comprar bonos a largo plazo era la
especulativa. Es decir, comprar tras recortes de precio teniendo en cuenta que
el BCE seguirá ejerciendo presión compradora. Así, en el precio del bono alemán
a 30 años del primer gráfico se aprecia que si sigue corrigiendo a la zona de
120%-125% de precio, los inversores podrían ver las correcciones como una
oportunidad de compra. Estos precios se corresponderían con una TIR del bono a
30 años entre el 1.50 y 1.75% que son las zonas de resistencia del gráfico de
la evolución de la TIR del bono a 30 años. Así pues, no es descartable que tras
la rueda de prensa de hoy de Mario Draghi a las 14h30, las ventas se tornen en
compras en los bonos. Pero viendo la evolución de las expectativas de
inflación, entendemos que a pesar del repunte de rentabilidades, serán más
compras en el sentido especulativo, que en el sentido de inversión para
mantener hasta vencimiento, con el peligro que esto trae consigo. El peligro no
es otro que el que los mismos especuladores que ahora entran apostando a un
giro alcista de los precios de los bonos, saldrán en cuanto se rompan los
soportes acelerando las caídas.
Así
pues, en renta fija debemos tener muy claro cuál es el horizonte temporal de
nuestra inversión. Si es un año, los depósitos bancarios son la mejor inversión,
y si es más de tres o cinco años, la volatilidad del precio de los bonos sigue
sin compensar la rentabilidad que ofrecen. En Europa los bonos a cinco años se
mueven entre el 0.09% del bono alemán y el 0.85% del bono español. Si estamos
dispuestos a mantener la inversión más de estos 3 o 5 años, es muy probable que
la rentabilidad de una cartera diversificada de los activos comentados ofrezca
rentabilidades superiores a la de los bonos.
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